5.100 millones de libras anuales le cuesta al Servicio Nacional de Salud Británico (NHS) tratar las enfermedades vinculadas al sobrepeso y obesidad, generando 40.000 muertes por esta causa al año. Según el organismo, cerca del 10% del presupuesto del NHS se gasta en tratamientos para la diabetes, en una población donde un tercio de los niños de once años en el Reino Unido, tiene problemas de peso.
Es por esto que el gobierno británico decidió enfrentar este tema. El Primer ministro, David Cameron declaró: “debemos reconocer que nos enfrentamos a una crisis de obesidad. Necesitamos tener un programa en marcha para hacer frente a este problema”. El mandatario anunciaba la decisión de desarrollar alternativas de productos con azúcar reducida y con ellos una regulación en la publicidad de comida chatarra, en horarios familiares.
El encargado de impulsar medidas ha sido Jeremy Hunt, secretario de Salud inglés, quien busca restringir estos anuncios dirigidos a niños. La discusión ha generado polémica entre los avisadores, ya que aseguran que podría costarles cientos de millones de libras anuales de pérdidas.
En Inglaterra, desde 2006 que la publicidad de comida chatarra se regulada, sin embargo se quiere llegar a una política más estricta, donde este tipo de anuncios se eliminen por completo antes de las 21 horas. Los más perjudicados serían las emisoras de televisión, que representan dos quintas partes de las ventas de publicidad en el Reino Unido, por lo que la inversión disminuiría. En paralelo, la Asociación de Publicidad dice no haberse demostrado que la total prohibición de avisos de comida chatarra reduzca los riesgos de sobrepeso y obesidad infantil.
En Chile, el Consejo de Autorregulación Publicitaria también se ha preocupado por este tema. El artículo 1º del Código de Ética Publicitaria, señala que “la publicidad no debe proponer como modelos a seguir la anorexia, la obesidad o cualquier otra condición que atente contra la salud y el normal desarrollo de las personas”. Lo mismo se incluye en el artículo dedicado a avisos dirigidos a menores de edad.
Como demuestra el Código, esto llega a ser no solo un tema que se debe restringir con políticas de salud, sino que además va de la mano de un dilema ético. Por ejemplo, la Asociación de Publicidad británica, para dar soluciones al problema, se comprometió a ampliar los soportes donde se muestren este tipo de avisos, aumentando la inversión, por ejemplo, en Youtube, donde se concentra la mayoría de los gastos en marketing.